La figura del fisioterapeuta ha ganado mucha relevancia en los últimos quince años. Ha pasado de ser un profesional casi desconocido y supeditado a un médico que le indica el tratamiento que debe realizar, a convertirse en un sanitario de primera intención con suficiente autonomía propia como para poder decidir libremente el tipo de técnica física que desea utilizar para la mejora de la salud del paciente que acude a consulta. Muchas personas creen que ya no es necesario ir primero al médico ante un dolor o lesión musculo-esquéletica porque el fisio puede valorarla y tratarla adecuadamente. Otras en cambio, actúan de manera más conservadora y prefieren que sea el traumatólogo el que les diagnostique y mande fisioterapia en caso de que lo considere necesario. También están las que piensan que el fisio es para cosas leves y el médico para cosas más graves ¿Qué hay de verdad en todo ello? ¿A qué profesional se debe acudir primero en caso de lesión? ¿Puede diagnosticar el fisioterapeuta como lo haría el traumatólogo? Vayamos por partes.
Los fisioterapeutas sí que diagnostican. En España el diagnóstico está avalado en la sentencia dictada por la Audiencia Nacional del 2 de Diciembre de 2009. La confusión está en que tradicionalmente se ha atribuido únicamente la palabra diagnóstico al ámbito médico, y no es así como debería ser. Los diagnósticos nos sirven a los clínicos para clasificar y orientarnos ante una realidad compleja como es el paciente. Siguen un orden previamente estipulado y consensuado que nos permite tomar decisiones en pos de la recuperación de su salud. Así pues, dentro de la medicina ese orden son las enfermedades descritas en los diferentes manuales. Para cada diagnóstico médico corresponde un tratamiento que será farmacológico, quirúrgico, educacional, etc. El criterio normalmente utilizado para describir las enfermedades es anatomopatológico, es decir, a una parte del cuerpo le pasa tal cosa y a eso le llamamos X.
En cambio, el diagnóstico de fisioterapia no se basa en este modelo médico sino en uno cuya característica principal es el movimiento. Esto es así porque en una gran parte de los problemas físicos que tratamos habitualmente, el diagnóstico médico no nos sirve para tomar decisiones ni para saber el tipo de técnica que tenemos que emplear, en qué dirección, dosis, etc. Frecuentemente lo que está causando los síntomas no es el daño que hay en el tejido, sino cómo funciona . Es por ello que diagnósticos como “epicondilitis”, “tendinitis del supraespinoso”, “lumbalgia por hernia de disco” no nos ayudan mucho porque no son específicos. Mismas etiquetas diagnósticas pueden requerir tratamientos y procedimientos muy diferentes.
Pongamos un ejemplo bastante frecuente. Supongamos que tenemos un paciente con un esguince del ligamento lateral externo del tobillo grado II diagnosticado con pruebas de imagen por un traumatólogo. Éste, viendo que el ligamento está dañado pero no lo suficiente como para tenerlo que reconstruir quirúrgicamente, decide pautarle antiinflamatorios cada 8h, hielo y reposo tres semanas para dar tiempo a que el ligamento cure y disminuyan los síntomas. Un fisioterapeuta en cambio, puede ver el paciente desde su prisma y tratarlo sin necesidad de un diagnóstico médico. Puede realizar una valoración funcional y darse cuenta que el paciente tiene dolor cuando apoya el pie y durante el movimiento de inversión. Tras realizar diferentes pruebas, observa que el movimiento de extensión también está muy limitado y que realizando una movilización del astrágalo para posicionarlo correctamente, aumenta el movimiento y el dolor disminuye considerablemente permitiendo apoyar el pie. Además, la movilización del nervio sural reduce aun más los síntomas que junto al vendaje funcional colocado para restringir el movimiento de inversión permite al paciente caminar con una muleta sin dolor, con el ligamento protegido posibilitando que cure y acelerando el proceso de recuperación del paciente. Esta viñeta clínica es el día a día en las consultas de fisioterapia.
¿Significa eso que el diagnóstico médico no tiene utilidad para los fisioterapeutas? Para nada. Siguiendo con el ejemplo anterior, podría haberse dado el caso de que el fisioterapeuta después de valorar el tobillo adecuadamente hubiera visto que no presenta disfunciones de movimiento y que cualquier intento por recuperar la función no solo no mejoraría la situación sino que la empeoraría. Entonces, con buen criterio, decide derivarlo al médico para que le haga pruebas más exhaustivas porque intuye que podría haber una estructura afectada que debe ser atendida. En efecto, tras analizarlo el doctor y hacerle las pruebas pertinentes, le diagnostica “fractura del maléolo del peroné”, le coloca una escayola y le prescribe antiinflamatorios y reposo durante un mes. El fisioterapeuta no debe saltarse estas consignas dadas puesto que en este caso el diagnóstico médico marca la pauta al resto de profesionales.
Con este ejemplo se pueden sacar dos conclusiones. La primera es que no importa a que profesional vaya primero el paciente. Ambos tienen herramientas y conocimientos para diagnosticar y tratarlo dentro de su ámbito, o en su caso, derivarlo a otro profesional cuando el problema escapa de sus competencias . La segunda, que ambos diagnósticos son diferentes y complementarios. Cada uno permite establecer un tratamiento adecuado y amplía la información que se tiene del problema del paciente al resto de profesionales para brindarle una mejor intervención sanitaria.
Genial ,estaba buscando sobre como explicar que no es ofensivo variar la indicación de un Medico ,cada uno de enfocamos diferente pero con mucho respeto al paciente si tenemos dudas al evaluar y tratar a un paciente iremos al Profesional indicado ,ademas desde cuando un solo enfoque es el verdadero ? se debe trabajar en conjunto y ambos planteamientos podrían dar una mejor solución y lograr la rápida recuperación funcional de nuestros pacientes, vuelvo a felicitarlo por su excelente articulo.